miércoles, 16 de diciembre de 2015

POLO

                                         LA  DOLFINA: El  dueño  de  Palermo

   Todos vimos lo que pasó. Pero es difícil de explicar sin escribir un tratado sobre el deporte y la mente o sobre el azar -eternamente presente- y sus circunstancias.  El actual y, aparentemente, imbatible La Dolfina ganó otra final más de Palermo, otra vez a Ellerstina, por 13 a 12 y jugando, quizás, su mejor partido de la temporada.
     Tal vez metafóricamente la explicación resulte más sencilla. La Dolfina es el Barcelona CF. Todos los demás son, desde el Real Madrid (podría ser Ellerstina) hasta mi querido Cádiz CF. Algo así podría explicar por qué una vez más los Pieres estuvieron a centímetros de lograrlo, pero no pudieron. Porque tuvieron el empate sobre la hora, pero JM Nero lo evitó. Y en la leyenda urbana quedará grabado que si Nicolás hacía ese gol, el chukker extra habría dado la victoria a Ellerstina. Algo muy posible, visto lo visto.
    Me pregunto si los Pieres entraron convencidos de que se podía. Creo que no. Creo que tampoco Aguerre, el coach de los Pieres, estaba convencido de que iban a una victoria. El partido, en su comienzo lo mostró claramente. Los dos entraron a jugar largo, rápido con bochazos profundos y galope tendido; pero los palos de Ellerstina muchas veces iban "a dividir", cuando no a cualquier lado, mientras que los de Dolfina iban a donde tenían que ir. Más de una vez Facundo tuvo que vérselas solo contra dos adversarios que llegaban con ventaja en tiempo y espacio y la bocha dominada. Y esos dos no siempre eran Cambiaso y Stirling, podían ser Nero y Mac Donough o cualquier otra combinación. Allí creo que está una de las grandes explicaciones de este partido, de este momento de la historia del polo.
    Adolfo Cambiaso es otro jugador, tan temperamental y combativo como siempre, pero más medido, más "económico" en la administración de sus energías. Se detiene (o contiene) más; alterna más sus intervenciones. A veces pone una bocha justa,  sorpresiva y genial y mira desde atrás, casi como un zaguero. Pueden ser los años, puede ser su juego actual, su táctica convertida en ciencia. También puede ser que él mismo esté planeando su retiro.
    Para hacer otra metáfora sobre su juego, cuando quito la mirada a la bocha y su entorno y lo sigo a él, me recuerda cada vez más a otro muy grande del deporte: el capitán de los All Blacks neocelandeses, Richie Mac Cow, un jugador tan sagaz, tan astuto y oportuno, tan perfecto y talentoso que nunca se sabe si su intervención fue dentro de las reglas o fuera de ellas, siempre al límite. Y no todos se atreven a pitar una falta que, además, fue dudosa. Así juega hoy Cambiaso.
    Para correr todas, pelear todas, llevarse todo por delante, lo tiene a David Stirling, la personalidad más importante del equipo desde hace un tiempo y a Nero que está siempre donde tiene que estar, igual que Mac Donough.
    Así las cosas, para ganarle a La Dolfina hay que hacer -como dicen muchos-  el partido perfecto. Ellerstina no lo hizo. A partir del tercer chukker el juego, de a poco, comenzó a bajar el frenético ritmo con que había comenzado. Empezaba a lloviznar y todos tascaron un poco el freno. Eso permitió un comienzo de recuperación de los Pieres. Hasta allí iba en aumento la ventaja de Dolfina en el marcador:  5-2 en el segundo chukker, 7-3 en el tercero y empezó a garuar. Empezó otro partido; más lento, más enredado, más parejo, que le hizo ver a los Pieres que no todo estaba perdido y los últimos dos chukkers nos convencieron a todos que podía ser. Casi lo fue; la salvada de Nero cuando jugaban los últimos segundos impidió el empate.
    Sólo queda la leyenda. Y el comienzo de una cadena de caídas de records sobre torneos, triples coronas, abiertos de Palermo y goleadores que comenzó con la campanada final. Tal vez allí esté la única motivación de todo La Dolfina: ser el mejor equipo de la historia del polo argentino. Todavía Coronel Suárez le hace sombra.
    Pero una temporada es muy dura y muy larga y para batir records hay que jugarla entera. La actitud de Milo Fernández Araujo, el coach de los campeones, da que pensar. Comenzó a trabajar con ellos tras la derrota en la final del abierto de 2012 y nunca más perdieron. Tras esta victoria del sábado dio un paso al costado. Dicen que comentó "no les puedo dar nada más". Es que Ellerstina, si resuelve sus problemas espirituales y tácticos, tiene todo el futuro por delante. La Dolfina suma 141 años de edad entre sus cuatro integrantes; Ellerstina sólo 114. El tiempo juega para ellos, si son capaces de someter el malón que se deja entrever atrás y que mostró que tenemos polo de calidad para muchos años.
    Hasta aquí, lo cierto es que Dolfina jugó su mejor partido del año y Ellerstina no. Los Z parecieron estar espiritualmente "apichonados" y Cambiaso parece cansado, agotado mentalmente por momentos (con menos ganas o fuerzas), pero ese espacio lo cubre la multiplicidad y contundencia de Stirling y los relevos de Nero. Quizás la solución de Cambiaso, su solución personal, sea dejar la temporada europea, quedarse en casa afilando el cuchillo para estar "al pelo" en septiembre/octubre y jugar aquí un par de años más. Barrunto que no va a ser fácil, pero le puede pedir la receta a Eduardo Heguy.          

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